Desenfreno y atracos

Después de haber pagado con ocho años de cárcel y acumular doce a la sombra por su dedicación al trapicheo, nuestro protagonista se encontró, la noche del día 5 de enero, con un colega en su piso de Vilagarcía (Pontevedra).

Más tarde se presentó un tercero, y uno de ellos propuso colocar un billete falso de 50 euros. Descartaron la idea, y como tenía un coche se echaron a la calle.

En el banco le había prestado más de 4.000 euros que ya casi había pulido, pero le quedaban algunos fondos.

Y comenzó el desenfreno: pastillas, metadona, alcohol y nada de comida.

Cuando se acabó el dinero legaron las alucinaciones: se encontraban en un estado paranoico y veían agentes uniformados que los perseguían por todas partes mientras conducían el coche.

Así deambularon de un lado para otro, y a mediodía del día 6 estaban al otro lado de la ría, en Rianxo (A Coruña).

A primera hora de la tarde atracaron una farmacia, y antes habían asalto a una tasca, de la que se llevaron 120 euros y dos botellas de bebida destilada.

El coche los dejó tirados; regresaron a Vilagarcía en autobús, para subirse a un taxi que los llevó al lugar de Guillán. Allí fueron detenidos y la localización del vehículo sirvió de prueba para que la Policía los entregase en los Juzgados como presuntos autores de ambos delitos.

Él era el único que tenía antecedentes penales y asegura que en su declaración exculpó a los colegas, afirmando que les estaba apuntando con una escopeta desde el asiento de atrás del vehículo, la misma que había sido utilizada en los atracos a la farmacia y a la tasca: con los cañones pegados con cinta adhesiva, sin culata, martillo ni cartuchos.

Tiene casi cincuenta años y su mujer también está presa, en el penal de A Lama (Pontevedra). “Bueno, tenía”, escribe desde la prisión de Teixeiro (A Coruña). “Ahora no sé”.

(Diario de Pontevedra, 23-01-2004)

crónicas salvajes
5/17/2011
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